Los proyectos de ciencia ciudadana reciben cada vez mayor atención y despiertan el interés de gestores y entidades públicas, de la comunidad científica y de las agencias financiadoras internacionales. No se trata de una moda pasajera, sino de una realidad bastante consolidada. Desde comienzos del siglo XXI no solo han ido creciendo el número, la diversidad y la complejidad de los proyectos, sino que su puesta en marcha ha ido en paralelo a un importante trabajo de reflexión. Son muchos los esfuerzos que se han realizado para definir y enfocar la ciencia ciudadana hacia una ciencia y una cultura científica de calidad. En este contexto, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) no se ha quedado al margen.
La ciencia ciudadana es una metodología científica y de fomento de la cultura científica con un importante arraigo en el CSIC. Basta mirar el mapa de proyectos que se dan en la institución para darse cuenta de la diversidad y amplitud de esta estrategia de trabajo. Precisamente la palabra diversidad es clave para describir la ciencia ciudadana en general y en el CSIC en particular. Temáticas, acciones, presupuestos, modos de implicar a la ciudadanía, impactos, propuestas complementarias, etc., son tan ricos en variedad como lo es la investigación del CSIC.