El proyecto europeo INCREASE, en el que participa el Instituto de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC) junto a centros de investigación de 14 países, cuenta con la iniciativa 'Compartiendo las judías' invita a la ciudadanía de todo el continente a implicarse de manera activa y participativa en la conservación, investigación y difusión de variedades tradicionales de judías.
Los voluntarios y voluntarias que se registran reciben en su casa semillas de algunas de variedades de judía para cultivarlas y documentar el desarrollo de las plantas. Su misión consiste en hacerles fotos, anotar las características particulares de cada variedad (como el color de las flores, el tamaño de las vainas o la forma de las semillas) y volcar toda esa información en la app INCREASE CSA. De este modo comparten sus observaciones con otras personas voluntarias y con el personal investigador del proyecto, cuyo principal objetivo es preservar la diversidad agrícola de las legumbres que se cultivan en Europa y garantizar la seguridad alimentaria.
Como ocurre con la mayoría de los cultivos, las variedades comerciales de legumbres que se consumen hoy tienen un gran rendimiento agrícola pero muy poca diversidad genética. Esto las hace muy vulnerables ante nuevas enfermedades o el cambio climático, debido a que cuanto más parecidos son entre sí los individuos de una especie menos probabilidades hay de que esa especie pueda adaptarse a cambios en el entorno.
Las miles de variedades tradicionales que han ido dejándose de cultivar, menos productivas pero muy bien adaptas a sus condiciones locales, pueden tener la clave genética para hacer frente a estas amenazas. Por ello los 26 centros de investigación que participan en INCREASE, entre los que figura el Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF) del INIA-CSIC, analizan la diversidad genética de judías, garbanzos, lentejas y altramuces y tratan de evaluar el potencial agronómico de las distintas variedades tradicionales que se han cultivado en Europa.
En el caso de las judías, que en España también conocemos como alubias, fabes o habichuelas, el estudio se extiende a los balcones, jardines o huertos de las personas que quieran colaborar. Además de involucrarse en la investigación, los voluntarios y voluntarias contribuyen a la conservación de las variedades tradicionales distribuyendo los frutos y semillas que cosechan y difundiendo recetas para degustarlos.
Otros propósitos del proyecto son fomentar y revalorizar el cultivo de leguminosas en Europa y reincorporarlas a nuestra dieta, algo que conlleva beneficios para la agricultura y para nuestra salud. Esta familia de plantas fija el nitrógeno atmosférico en el suelo. Por este motivo, la agricultura tradicional se basaba en la rotación de cultivos –un año, legumbres; otro, cereales– y no necesitaba de tantos fertilizantes. Por otra parte, las leguminosas son una fuente de proteínas de altísima calidad.